DOMINGO

Ni con quien quejarse

   En estos editoriales se ha dicho muchas veces que el combate a la corrupción le ha servido al gobierno lopezobradorista para imponer cambios que, de otra manera, hubieran encontrado gran resistencia en la sociedad mexicana.

   La coartada de combatir la corrupción se emplea otra vez, pero en esta ocasión para hacer una reforma judicial que cambie a modo de la 4T el sistema de procuración y administración de justicia.

   Incapaces de enfrentar el reto de construcción institucional que exige el sistema penal acusatorio, aprovechan su ineficacia en materia de seguridad para ajustar las normas y leyes para que en términos prácticos no haya tantas restricciones para combatir el delito.

   Una hábil táctica la de aprovechar la insatisfacción y la preocupación de la sociedad por la inseguridad para que acepten una limitación a sus garantías constitucionales.

   El gran riesgo es que entre tantos ajustes legales y constitucionales d-e pronto nos encontremos con un sistema de justicia que facilita la criminalización de las diferencias políticas y de los adversarios.

   Y luego ni con quien quejarse.