DOMINGO
Narrativa binaria
Ayer demostró el Presidente López Obrador que aún mantiene vivas las grandes, las enormes expectativas creadas en la sociedad mexicana por su exitosa campaña presidencial.
Apenas le rozan las críticas de la oposición. Por supuesto que ya se percibe cierta inconformidad, pero hasta hoy la pueden descalificar como desahogos de quienes han sido afectados por sus programas y por su lucha contra la corrupción.
Ayer, a pesar de las dificultades que tuvo durante este su primer año de gobierno, mostró su innata resistencia a verse en el espejo de la realidad y a escuchar a quienes no están de acuerdo con él.
Ese, se verá a lo largo del sexenio, puede ser su telón de Aquiles, porque en palabras de René Casados, la realidad, brutal como es, es lo único que quedará como contrapeso al inmenso poder que le otorgó su aplastante triunfo electoral.
Un año no ha logrado que el Presidente abandone su narrativa binaria, en la cual, de este lado estamos los buenos, de aquel lado los malos. Como retórica se explica, pero no como actitud cuando hay problemas graves que no se resuelven sólo con retórica.
Citemos dos. La inseguridad que no responde a su política humanista, un tema que le complicará cada día más su relación con Washington y, si no empieza resolverse, le podrá complicar la relación comercial, esencial para la 4T.
El otro tema que ya no admite demora es la exigencia de gobernar con eficiencia, de no resignarse a la mediocridad de los incapaces, porque sin una administración pública y eficiente, será imposible alcanzar los ambiciosos objetivos sociales y políticos del Presidente.