DOMINGO

Pleitos en familia

   En las próximas semanas los legisladores de la mayoría en las dos Cámaras del Congreso empezarán a luchar en dos frentes. El primero será ante la disminuida oposición, para no cumplir con la tradición que se respeta desde la transición democrática de finales del siglo pasado, las alternancias para presidir las mesas directivas del Senado y de la Cámara de Diputados.

   Los Morenistas no soltarán el control político que otorgan las dos presidencias de las mesas directivas.

   El otro frente –y este puede ser el más cruento- será cómo resolver el dilema que planteará que, tanto Martí Batres, como Porfirio Muñoz Ledo, quieran reelegirse como presidentes de sus respectivas mesas directivas.

   Martí Batres habrá de negociar con el líder de la mayoría morenista en el Senado Ricardo Monreal, consciente que ser reelegido implica algún costo político.

   En la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz ha elegido la ruta de ser “la conciencia del Movimiento”, la conciencia que recupera los valores de los gobiernos de la Revolución Mexicana que tantos anhelan.

   Inteligente, como es, sabe que no reelegirlo significa que podría ser más ácida y feroz su crítica y que, pese a sus adversarios, su voz empiece a resonar cada vez más fuerte.

   Porque así es Porfirio. Es posible que a sus 86 años su ambición es convertirse en algo así como un gurú del Movimiento de Regeneración y, de paso, en algo así como un “King maker”, rol que no le desagradaría en el invierno de su vida.