DOMINGO

Rehén de sus palabras

  Parece que el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha empezado a sentirse atrapado entre su hasta hoy exitosa narrativa y el México real.

  “Si no conseguimos reducir la violencia en el país, no va vamos a poder acreditar históricamente a nuestro gobierno”, dijo la semana pasada en algo que por unos segundos parecía el inicio de una reconsideración de la política de seguridad.

  Segundos después se impuso el leit motiv del comportamiento presidencial, la política electoral y el convencimiento que corregir, rectificar no es opción, por considerar inaceptable reconocer que se equivoca y ratificó: “la paz es fruto de la justicia, es un enfoque completamente nuevo”.

  Si no hay algunos ajustes, algún giro, esa será la historia sexenal.

  Un inteligente, pragmático y carismático político que, aunque sabe que la narrativa de campaña no puede ser la regla para gobernar, ha olvidado su propia frase: “uno es dueño de sus silencios, pero rehén de sus palabras”