DOMINGO

Esperemos no sea demasiado tarde

  Aunque el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador nos lanzó la combinación que conjugó el escándalo por el desplome de la Línea 12 del Metro con el irresistible atractivo de los contendientes por la sucesión en el 24, cada vez es más difícil ocultar los perniciosos efectos de la violencia criminal.

  Imposible ya ocultar los 85 mil homicidios durante su sexenio y los efectos de su política de seguridad de “laizzes faire”, dejar hacer, dejar pasar, que han alentado a los cárteles del crimen organizado y a las bandas criminales que operan en su órbita, efectos detectados regionalmente durante las pasadas campañas electorales.

  La reticencia presidencial para confrontar a las bandas criminales, al final, le han dejado expuesto a críticas y hasta campañas periodísticas urdidas por agencias de inteligencia estadunidenses contra militares mexicanos, resultado, primero, de la impaciencia de lo que consideran inacción ante el crimen, y, segundo, del desahogo de viejos agravios y rencores que, quiérase o no, también son componente de la relación en materia de seguridad.

  Es válido preguntarse cuándo se decidirá el Presidente a confrontar a las bandas criminales que ya actúan con descaro e impunidad, antes de verse arrinconado y obligado a reaccionar con más violencia que la requerida hoy.

  Y es válido preguntarnos si cuando lo haga no será demasiado tarde.