DOMINGO

¿Qué seguirá?

  A poco más de seis semanas de las elecciones más grande de la historia, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha conseguido hasta hoy su objetivo de estar en la elección, aunque su nombre no figure en la boleta.

  Ha seguido su cronograma. Ha introducido legislaciones polémicas, algunas de las cuales sabe que podrán no pasar la prueba de constitucionalidad. No importa, cada gesto, cada declaración, cada iniciativa o anuncio lo hace calculando que provocará protestas, escándalos y reclamos suficientes para mantenerlos vivos con el uso de “su libertad de expresión” en las mañaneras.

  Es triste confesar que ha tomado la medida a los medios de comunicación, a sus adversarios políticos y a los mismos intereses empresariales arrinconados por un Gobierno que no tiene escrúpulos para ser arbitrario.

  Uno se pregunta qué seguirá si el 6 de junio refiere la mayoría calificada y gana varias gubernaturas y legislaturas locales.

  Lamentable sería que llevara a la República por los caminos de la mediocridad social, ignorando la advertencia de Deng Xiaoping, cuya política económica hizo de China la segunda potencia global: “socialismo no es pobreza compartida”.