DOMINGO
Tormenta perfecta
Para bien o para mal, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha gobernado con su estilo personal, uno que no es consecuente con quienes se le oponen, un estilo contrario a quienes prefieren un buen arreglo a un buen pleito, él prefiere un buen pleito.
Hasta ahora su gobierno marchaba sin grandes contratiempos, pues, como hace treinta años, el Ejecutivo Federal tiene mayoría y control de las dos Cámaras del Congreso y ha centralizado el poder federal como no ocurría hace cincuenta años.
Por eso sus conferencias mañaneras, que no son conferencias de prensa, sino ejercicios de propaganda política, que le permiten actuar permanentemente como un Presidente en campaña electoral.
López Dóriga llamó “tormenta perfecta” a la conjunción de una guerra de precios del petróleo y a la pandemia del COVID 19, el coronavirus, por las consecuencias financieras y económicas que tendrán en México, con el agravante de que México no tiene control sobre ninguna de las circunstancias que motivaron las dos crisis.
Eso sí, habrá de sufrir y atender las consecuencias financieras, económicas, sociales y políticas de esa tormenta perfecta.
Habrá de probar si los 15 meses en el poder le han dado el empaque suficiente para ser el Presidente de todos los mexicanos, uno que convoque a la unidad, no a la polarización.
Es posible, sólo posible, que como se conduzca el Presidente Andrés Manuel López Obrador en esta tormenta perfecta vaya a definir, al final del sexenio, cuál será el legado de su gobierno.