Cambio de guardia

El regreso

  Algunos superficiales analistas afirman que el gobierno del Presidente Peña Nieto ha dejado un vacío.

  Una muestra de que la realidad a veces les es ajena a algunos especialistas en la ciencia política.

  Primero, le quedan poco más de cuatro meses al gobierno actual, lo cual hace difícil que haga anuncios, sólo le queda ocuparse de que el gobierno funcione bien y de ir cerrando los libros de cada dependencia para iniciar en agosto el inicio de la legal transición de gobierno.

  Segundo, cada medio de comunicación, atrapado en la lógica y la estrategia mediática de López Obrador y la cobertura, paradójicamente, se asemeja a aquellas coberturas de las casas donde despachaban los Presidente Electos de lo que llamaremos el Jurásico Superior de los gobiernos del PRI. Claro, con las salvedades de los espléndidos recursos tecnológicos de hoy.

  No solo el comportamiento de los medios es igual que en el Jurásico Superior, es igualmente similar el comportamiento de la gran mayoría de los sectores de esta sociedad tan compleja, pero que, a pesar de la modernidad, no se le olvidan los “usos y costumbres” políticos, algunos de los cuales nuestros distinguidos intelectuales afirmaban sólo se debían al autoritarismo priísta.

  Ahora, cuando el ganador de la elección es respaldado por 30 millones de votos, tal parece que lo que coloquialmente se llamó la “cargada”, no es sino el instinto que lleva a ricos y pobres, a poderosos y desvalidos a acercarse a quien perciben como el nuevo sol en el firmamento nacional.

  Paradójicamente, López Obrador, quien será Presidente de México, elegido en la moderna democracia mexicana, por origen y formación, recupera las prácticas que conoció y conoció bien hace ya cuatro décadas.

   Y, pareciera que, a quienes afirman que “llegó el ocaso del PRI”, la realidad lo desmentirá, como la genial caricatura de Calderón que mostraba una tumba cubierta de tierra con una lápida en la que se leía “Nuevo PRI” y, a su lado, una lápida que decía “Viejo PRI” y una tumba abierta, de la cual se alejaban las huellas del difunto que había resucitado.

   Más que una caricatura, una parábola.