Cambio de Guardia

¿Y los indignados?

 

  Se ha vuelto un lugar común, casi una muletilla de todos quienes hablamos o escribimos de política, particularmente de quienes lo hacen con un sesgo ideológico o prejuiciados, asegurar que ocho de cada diez mexicanos y mexicanas están hartos de la política, de los políticos, pero especialmente, que están hartos del gobierno del Presidente Peña Nieto al cual ponen como paradigma de los males del PRI y de la República.

  Se ha llegado a comparar las distintas reacciones de la opinión pública, asediada por los juicios de nuestras élites económicas y académicas, ante lo que consideran un gobierno fallido, con la de los movimientos de indignados en otros países.

  Es posible, pero nada prueba mejor las teorías de nuestras élites que la cotidiana e implacable realidad.

  Una de ellas es que el Instituto Nacional Electoral necesita casi ochocientos mil ciudadanos y ciudadanas para integrar las mesas de las más de 150 mil casillas que recibirán los votos de los 85 millones de votantes registrados. Evidentemente los recibirán y luego los contarán para entregar los resultados en cada junta distrital.

  En esa realidad, los miles de jóvenes desplegados por el INE para reclutar voluntario y voluntarias para cumplir con ese deber cívico y democrático el día de las elecciones, se ha topado con que sí, todos dicen estar indignados, dicen querer un cambio, pero siempre que el cambio no incomode sus personales y familiares rutinas.

  El hecho es que la mayoría de esos ciudadanos dispuestos a todos para salvar a la patria, inventa pretextos, con tal de no tener que estarse el domingo uno de julio más de doce horas en una casilla.

  Bonita la democracia, sí, pero que otros se ocupen de ella. A mí, a mí que no me fastidien.