Aprendizaje
Cuando conozcamos la audiencia del segundo debate presidencial, sabremos la reacción del público al nuevo formato, una versión mexicana de los debates tipo town hall con que los estadunidenses innovaron los debates presidenciales hace poco más de 20 años.
Cierto, el nuevo formato es un poco más flexible que los rígidos y aburridos formatos impuestos por los partidos hace 24 años. Permite una mayor interacción entre los candidatos, pero todavía no facilita confrontaciones directas de puntos de vista.
Es un avance, pero hay que quitar lo acartonado de las participaciones de los ciudadanos. Es obvio que nadie quiso arriesgarse a que un ciudadano común y corriente haga una pregunta que coloque en una posición incómoda a cualquier candidato, pues el candidato pues ser agresivo con sus contrincantes y hasta con los moderadores, pero sería suicida ser agresivo con un ciudadano que pregunta.
Como sea, hay lecciones para todos, hasta para las y los moderadores. Si las aprendemos en una de esas en Yucatán se logra el mejor debate de la campaña. Ganaríamos todos, hasta los candidatos.