Comentario con López-Dóriga
¿Abrazos no balazos?
Un grupo de presuntos huachicoleros lincharon a uno de dos policías ministeriales enviados a aprehender a un sospechoso de robo de combustibles, tan común en algunas regiones de la República.
“Ayúdenme”, clamaba el policía, pero el salvajismo de los asesinos congeló a otros policías y dos o tres guardias nacionales que nunca desenfundaron sus armas.
“Ayúdenme” repetía el agonizante policía. Nadie ayudó. Quizá por miedo al salvajismo de los criminales huachicoleros, pero tampoco nadie se alejó. Estaban horrorizados por la saña de los criminales, pero por humana morbosidad nadie se fue.
No es el primer linchamiento de personas inocentes. Tristemente, tampoco será el último. Si los linchadores usaron la fuerza, ¿no deberíamos usar la fuerza contra ellos? Conste, Joaquín, es pregunta.